lunes, 30 de agosto de 2010

Admiración.

Desde pequeñita me ha gustado quedarme embelesada escuchando a las personas más inteligentes que yo.  Después aprendí a intervenir yo misma, dando lugar a interesantes conversaciones, aunque yo solía estar en desventaja intelectual. Antonio, mi vecino, fue la primera persona con la que comencé a tener charlas sobre temas que no trataba con adultos, y desde luego no con gente de mi edad. Admiraba como él con unas pocas palabras, era capaz de dar al traste con todos mis argumentos. A él le debo el tener cierta capacidad de raciocinio, y sobre todo, que sea bastante buena en las discusiones y la argumentación sólida de mis puntos de vista. No sería no la mitad de inteligente sin esas conversaciones sobre diversos temas, recuerdo en concreto una sobre los alienígenas o cuando me contó infinidad de cosas que no sabía sobre las civilizaciones de sudamérica.
Espero que vosotros seáis capaces de valorar y degustar las interminables conversaciones-debates filosoficos
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